»Aclamad a Dios con alegría, toda la tierra. Cantad la gloria de su nombre; Poned gloria en su alabanza. Decid a Dios: ¡Cuán asombrosas son tus obras! Por la grandeza de tu poder se someterán a ti tus enemigos.«
Salmos 66:1-3
La forma correcta de alabar al Señor es con alegría. La persona que alaba es porque le ha conocido y ha recibido su favor, salvación, sanidad, libertad…
Eso provoca una reacción en el corazón que llena de alegría a la persona y hace que eleve cánticos al Señor con gozo.
Toda la tierra le alabará, porque todo ser creado reconocerá quién es el Creador.
Nos invita, el poema, a toda la tierra a cantar, aclamar y darle gloria a Dios con las alabanzas.
Es un llamado a toda la humanidad, representada con la imagen de la tierra. Y esas alabanzas se presentan al Señor como una expresión de gratitud por sus obras y por el poder que manifiesta parte vencer a los enemigos del pueblo.
Toda la tierra se presentará en actitud de adoración y cantarán al nombre divino, ¡Jesucristo, nuestro salvador!