Levítico 8:12
“Luego derramó un poco de aceite de la unción sobre la cabeza de Aarón, y de esta manera lo ungió y lo santificó para su labor.”
Lavarse con agua, ponerse los vestidos y ser ungidos con el aceite de la unción, era lo primero que debían hacer Aarón y sus hijos antes de acercarse a ofrecer sacrificio a Dios.
Esto nos muestra que el pecado, que es universal, debe ser expiado de cada persona que quiere acercarse al Señor.
Antes de acercarse al Dios Altísimo con un sacrificio era y es necesario purificarse.
Esto nos habla de la necesidad de arrepentimiento antes de ofrecer algo al Señor.
Pero Cristo vino para ser el sacrificio definitivo a Dios por toda la humanidad. Ahora es Él quien nos santifica, pero para poder hacerlo, previamente tenemos que arrepentirnos de nuestros pecados, pedirle perdón a Dios por cada uno de ellos, y entregar nuestra vida y nuestro ser, cuerpo, alma y espíritu, a su servicio; así puede santificarnos para hacer lo que nos ha encomendado.
¡Dios sigue contando con nosotros!