Levítico 10:1-2
“Nadab y Abiú, hijos de Aarón, tomaron cada uno su incensario, y pusieron en ellos fuego, sobre el cual pusieron incienso, y ofrecieron delante del Señor fuego extraño, que él nunca les mandó. Y salió fuego de delante del Señor y los quemó, y murieron delante del Señor.”
Puede parecer excesivo el castigo de Dios sobre estos dos hijos de Aarón, si no se tiene en cuenta su transgresión y desobediencia al mandato divino.
El fuego extraño que ofrecieron, era un fuego no aprobado por Dios. Todo lo que no es aprobado por Dios es cosa extraña para el cristiano.
Usaron fuego que no provenía del altar, usurparon el lugar del sumo sacerdote, faltaron a lo establecido por Dios, mostraron una actitud egoísta e irreverente en la presencia del Señor.
La respuesta de Dios indica en el versículo 3 lo serio que es para el Señor cuando alguien se acerca a Él. Es algo que no debemos olvidar.
Acercarse a Dios para ofrecer sacrificio debe ser con respeto y santidad, hacerlo de cualquier manera, con un corazón incorrecto puede acarrear serias consecuencias para quien tal haga.
Seamos sensibles a su voz.