«No habrá en ti dios ajeno, Ni te inclinarás a dios extraño. Yo soy Jehová tu Dios, Que te hice subir de la tierra de Egipto; Abre tu boca, y yo la llenaré.»
Salmos 81:9-10
El Señor dijo estas palabras al pueblo de Israel, pero el pueblo no oyó su voz, y Dios les dejó que andarán en sus propios consejos por la dureza de su corazón. (v.11-12)
Pero si le hubieran oído, Él les habría librado de sus enemigos y de todos sus temores.
Es la condición de la naturaleza caída del hombre, que le inclina a no oír las advertencias y consejos de Dios.
Esto no ha cambiado, las personas siguen sin oír al Señor y por eso el mundo está bajo el poder y la influencia de la maldad del diablo.
¿La solución? Poner atención a la Palabra del Señor, leer la Biblia.
¡Cuán diferente sería la convivencia en las naciones y la vida en la tierra si todos le oyéramos!
Escuchar a Dios solo puede traernos bendiciones.