»Cantad al Señor cántico nuevo; que cante al Señor toda la tierra. Cantad al Señor, bendecid su nombre. Anunciad de día en día su salvación; proclamad entre las naciones su gloria, en todos los pueblos sus maravillas,«
Salmos 96:1-3
El énfasis del salmo se ve claramente desde el comienzo del mismo.
El propósito del autor es invitar al pueblo a que se una al grupo que canta, adora y bendice al Señor.
La invitación se dirige de forma figurada a “toda la tierra”, como una forma de destacar la importancia del reclamo; el pueblo de Dios en asamblea descubre, adorando, la universalidad del Señor.
Dios es Señor de las naciones, del mundo y del universo.
Esta invitación sigue vigente para todas las congregaciones que nos reunimos en adoración al Señor, cada vez que lo hacemos.
Podemos cantar y adorar en libertad y descubrir que Dios reina, siempre lo ha hecho y siempre reinará.
Proclamar su grandeza y bendecir su nombre, es consecuencia de nuestra fe en Él.
¡Dios reinará por siempre!